Josue 1-3: Rahab

Moises acaba de morir en el desierto justo antes de que el pueblo Israelita entrara a la tierra prometida. Ya habían pasado 40 años desde que 10 de los 12 príncipes incitaron al pueblo a la rebeldía. El castigo se cumplió y era el tiempo para que los 2 príncipes que sí creyeron en la mano poderosa de Dios (Josué y Caleb) entraran con el pueblo a la tierra que Dios les dio. Tres de las tribus de Israel (Ruben, Gad y media de Manases) ya habían tomado posesión de sus tierras pero faltaba que el resto del pueblo obtuviera tan ansiada tierra.
Como preparativo para tomar la tierra prometida Josué no manda 12 espías sino solamente 2... y los manda en secreto. Podemos suponer que Josué quiso evitar lo que sucedió hacía 40 años y en donde a falta de fe de 10 personas se contagió a todo el pueblo. Estos dos espías tan anónimos que no se menciona su nombre regresaron con buenas noticias de expectativa y fe en la capacidad de Dios de destruir al pueblo.
Jericó y todos los pueblos que habitaban en la tierra prometida se caracterizaban por ser similares en que adoraban a otros dioses, ofrecían a sus niños como ofrendas a sus dioses (los pasaban por fuego), la promiscuidad era común y se llevaba a cabo como una adoración a sus dioses.
Los dos espías israelitas resaltaban entre los habitantes de Jericó en que eran más pequeños (recordemos que 40 años atrás el pueblo de israel se asustó al saber que en esa tierra habitaban gigantes de 3 metros) y al momento que entraron los dos espías a las murallas de Jericó fue evidente que no eran de la región. Al tener al pueblo de Israel al otro lado del río Jordán, era obvio a que pueblo pertenecían. Para esto ya su fama se había esparcido por toda la tierra.
Rahab externa su fe en Dios cuando negocia con los espías su supervivencia. Después de que el rey de Jericó manda buscar a los espías a casa de Rahab y ella manda a los guardias a buscarlos fuera del pueblo, hace una declaración de fe muy importante donde demuestra su conocimiento acerca de los milagros que Dios hizo con ellos. Ellos le prometen salvarle la vida a ella y a su casa si ella los salva de ser capturados.

Clase

1. ¿Quién se merece el premio?

• Lleva a clase un premio especial (un juguete, un dulce delicioso, etc) y diles que este premio se va a entregar a quién más lo merezca. 
• Entrégale a cada muchacho 6 tarjetas que digan lo siguiente: 
• Me toca hablar
• Me toca escuchar
• Estoy de acuerdo porque....
• No estoy de acuerdo porque...
• Y tú que piensas?
• Estoy de acuerdo con el grupo
• Tengo algo más que decir
• Diles que no pueden argumentar que ellos mismos sean quien más lo merezca. Tienen que debatir acerca de quien merecería quedarse con el premio especial usando todas las tarjetas que les entregaste.
• Cuando hayan terminado el debate cuentales que Dios escogió a Rahab para servirle porque él. Diles que no la escogió por bien portada ni por guapa sino porque no se lo merecía y para poder recibir Él la gloria.

2. La envoltura Perfecta
Toma diferentes materiales que puedan envolver diferentes premios... uno para cada niño. Pueden ser bolsas de plástico, de regalo, de papel o huevos de pascua, algunos con mas y otros con menos decoración. En todas las envolturas pon diferentes premios: cascara de platano, un dulce, una manzana, etc. Pon el mejor premio en una de las envolturas mas feitas. Muestrales a los niños las envolturas y pregúntales cual de todos los regalitos quieren tener. No les digas lo que tiene dentro.
Pregúntales a los niños qué fue lo que aprendieron en las ultimas semanas. A medida que vayan contestando tus preguntas específicas diles que vayan escogiendo cual regalito quieren tener. No dejes que los abran hasta que todos hayan escogido su envoltura.
Pideles a todos que abran su envoltura y muestren lo que se ganaron. Después explícales que Dios no nos escoge por lo que aparentamos ni como nos vemos sino que nos escoge por que se place en hacerlo y para su propria gloria. De hecho escoge a personas como Rahab porque no pueden levantarse el cuello por su vida antes de nacer de nuevo. En la historia de hoy, Rahab tuvo misericordia de ella porque ella tuvo fe (Hebreo 11:31) reconoció a Dios como el único Dios que le podía salvar de la destrucción de su pueblo.